Av. Presidente Manuel Quintana 188
Recoleta, Capital Federal
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Los bares porteños de última generación rediseñaron su oferta con precisión. La barra es la tarjeta de presentación. Debe ser deslumbrante. Escenográfica. El bartender tiene que ser creativo y extrovertido.
Vermut, destilados, licores e ingredientes llegan de todo el mundo y se fusionan con productos locales.
Los tragos pueden ser monotemáticos (un solo ingrediente principal), atrevidos y de autor, vintage y clásicos.
La cocina debe ofrecer sabores intrigantes. Bocados, tapeos y platitos son armados con técnica y buen gusto, inspirados en las tendencias internacionales e integrados con productos del territorio.
Y finalmente el ámbito, caracterizado por diferentes conceptos decorativos simultáneos. Este es el camino tomado por el bar que está sacudiendo la Recoleta y que se posicionó entre los elegidos de la movida porteña.
La barra es impactante. Sus espacios (jardín de invierno y biblioteca oculta) seducen. Iluminación, decoración, buen gusto y una carta minuciosa completan una oferta atractiva.
Desde la barra sale el aromático Julep Pampeano que reúne bourbon, menta fresca y cordial de pomelo y cedrón de la pampa. Combina con el Ika Ebi Tempura, etérea fritura de calamares y langostinos perfumada con hierbas aromáticas.
El Negroni del sur es un homenaje a uno de los clásicos de la coctelería. Sabrosa mezcla de ginebra macerada con cedrón, Campari, vermut artesanal de malbec, especias y piel de pomelo. Se puede acompañar con una tabla de quesos artesanales de Neuquén rociados con dulces hilos de miel de abeja.
Carta de ron, tequila, whiskey, whisky y vodka que perfeccionan la ecuación.